Parque Eco-arqueológico Copalita, desarrollo histórico en Huatulco

Los caudales y la desembocadura al mar del Río Copalita fue el escenario natural en el que pueblos antiguos desarrollaron su proceso de desarrollo. Hace ocho años abrió por primera ocasión al público el Parque Eco-arqueológico Copalita.

El pasado 5 de octubre de 2010 se abrió la zona arqueológica al público, ubicada en la Bocana Río Copalita, en Bahías de Huatulco.

Historiadores como Raúl Matadamas Díaz comentan que el caudaloso Río Copalita y su desembocadura al Océano Pacífico fue el escenario natural para que pueblos mixe-zoque y zapotecos de la Sierra Sur desarrollaran un proceso civilizatorio al que también se vinculan grupos étnicos como los nahuas, tolteca-chichimecas, chontales, chinantecos y mixtecos.

En un comunicado de prensa informan sobre la gran diversidad de flora y fauna, en un ecosistema de selva baja caducifolia con sus humedales, fundamentó la cosmogonía de grupos humanos que comenzaron a modificar este entorno desde hace 2 mil 500 años por lo menos, y de esa manera fueron acumulando experiencias de vida, que a su vez heredaron a cada una de las subsecuentes generaciones integrando a ellas todo el conocimiento científico y cultura material e inmaterial acumulado en su proceso evolutivo hasta llegar a enfrentar la Conquista española y la presencia de los piratas en las primeras décadas del siglo XVI.

PROYECTO DE INVESTIGACIÓN

El arqueólogo Raúl Matadamas Díaz, profesor e investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) comenzó el proyecto de investigación en 1997. Realizó los primeros estudios con la aprobación de los órganos colegiados del instituto, quien provee de los recursos que durante 20 años, con investigaciones realizadas, mantiene la presencia en el destino turístico de Bahías de Huatulco.
Durante los primeros nueve años de trabajo, entre el INAH y Fondo Nacional del Turismo (Fonatur) firman convenio de colaboración para impulsar y crear el Parque Eco-arqueológico Copalita con la finalidad de impulsar el turismo y la conservación del patrimonio arqueológico.

UN MUSEO CON INSTALACIONES MODERNAS

A ocho años de su apertura, el parque cuenta con instalaciones de servicios al público. Además fueron premiadas por la federación de colegios de arquitectos de la República Mexicana, en el marco de la 12 Bienal de Arquitectura Mexicana con la medalla de plata en la categoría de turismo, por ser la mejor integrada al paisaje y que es el preámbulo para visitar el ecosistema que contiene los vestigios arqueológicos que abarcan 36 hectáreas, sólo en el margen poniente de la desembocadura del Río Copalita.

En el comunicado dejan ver el asentamiento pre colonial que cuenta con un centro cívico-ceremonial compuesto por una plaza principal rodeada por una acrópolis, un juego de pelota y el templo de la serpiente, edificios ya expuestos a la visita, al igual que un pequeño basamento que contiene una estela que a la vez funcionó como guía de navegación por estar en un acantilado con vista al mar y que hasta en años recientes sirvió a los pescadores para que no tuvieran accidentes al contar con una referencia de las distancias con el rompimiento de las.

Además de la incomparable vista de la desembocadura del río y el inmenso Océano Pacífico, donde, en los primeros meses del año el turista puede tener la suerte de observar el paso de las ballenas.

Las instalaciones cuenta con un museo de sitio donde se aprecian objetos como una muestra del acervo arqueológico del estado de Oaxaca y de objetos obtenidos en las exploraciones de la misma zona arqueológica de Copalita, que se complementan con ofrendas de jade, turquesa, concha, piedras grabadas y otros materiales que se encuentran bajo resguardo en la zona arqueológica de Copalita y que se irán mostrando a los visitantes en su oportunidad.

Las investigaciones se han ampliado para proteger el patrimonio arqueológico de la región comprendida entre el Río Copalita y la Bahía de Cacaluta, en esos 17 kilómetros se han localizado espacios que muestran la presencia humana desde varios cientos de años antes de nuestra era.

EXISTEN MÁS VESTIGIOS

En 1985 se registraron 47 sitios arqueológicos entre la Bahía de Chahue y Coyula y no hubo continuidad de investigación en la región hasta 1998 que se localizan los vestigios arqueológicos de Copalita.

En 2015 y 2018 se actualizaron datos de los sitios registrados con anterioridad y se continuó con la ubicación de nuevos asentamientos prehispánicos en recorridos sistemáticos en los que se cuantificaron 32 lugares con evidencias prehispánicas; entre ellos, 2 juegos de pelota, que ya suman tres, con el que se encuentra en Copalita.

Los sitios arqueológicos son de diferentes tipos, campamentos estacionarios, concheros, unidades habitacionales, otros con basamentos de poca altura y algunos monumentales, pero todos ellos de suma importancia porque muestran la diversidad de formas de vida a través del tiempo y de las condiciones de adaptación al medio ambiente.

En su totalidad, conforman el patrimonio arqueológico nacional, nuestros antecedentes de lo que somos ahora y por ello el proyecto de investigación se complementa con la conservación y protección de los mismos, dar a conocer de su presencia para que el desarrollo de infraestructura turística avance y beneficie a la economía local y del país sin dañar el patrimonio de todos los mexicanos, informó en un comunicado el INAH.

DOMINARON MIXTECOS Y ZAPOTECOS

Para la apertura de la Zona Arqueológica Bocana del Río Copalita se tuvo que realizar investigación por más de una década, cuyos datos revelan sus orígenes hace 2 mil 500 años; además, representó la frontera de los señoríos mixteco y zapoteco.

La zona se ubica a unos 10 kilómetros de Bahías de Huatulco y es un conjunto donde residió la clase gobernante durante los primeros seis siglos de nuestra era y está compuesta por el Templo Mayor o Estructura IV, la Estructura II o Templo de la Serpiente, la Terraza 1 y el Juego de Pelota, este último presenta piedras grabadas en bajorrelieve.

Para la apertura y más de una década de investigación se invirtió al menos unos 9.5 millones de pesos aportados por el INAH y Fonatur.

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