Tumba 7, la ofrenda de Monte Albán

Este lugar fue explorado por primera vez el 6 de enero de 1932 por Alfonso Caso, quien en 1969 publicó la obra El tesoro de Monte Albán. La tumba se construyó en tiempos del florecimiento de Monte Albán, cuando era la capital de la cultura zapoteca en Valles Centrales, en el Clásico. Siglos después de su construcción y luego del abandono de la ciudad, en el Posclásico, la tumba fue abierta y, según diversos investigadores, reutilizada para realizar rituales.

En la Tumba 7 de Monte Albán se encontró en el centro un corazón de oro, que de acuerdo con el investigador Marteen Jansen, le da a este espacio ritual “la calidad de un ser vivo”.

“Es probable que hubiera un orden cosmológico en la forma en que los artefactos y los restos fueron depositados en la Tumba 7 de Monte Albán”, señala este investigador.

Entre otras piezas de oro se encontró un bule (tecomate) de oro, que servía como contenedor de tabaco molido, que era (y sigue siendo) un ingrediente importante en los rituales mesoamericanos. También hay anillos, collares, pectorales y otros adornos.

También se encontraron turquesas que de acuerdo con estudios se tratan de ofrendas, probablemente como agradecimiento por un oráculo y para solicitar la bendición y protección de una importante alianza matrimonial entre la familia gobernante de Zaachila y la principal dinastía mixteca, la de Tilantongo.

Entre los cientos de objetos que formaban parte de la ofrenda destaca la presencia de pequeñas cuentas y placas de turquesa. piedra de gran valor estimada por los antiguos.

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