Manuel Jiménez, precursor de los alebrijes de Arrazola Xoxocotlán

La agencia municipal de San Antonio Arrazola, ubicada en las faldas del cerro de Monte Albán, es considerada como la cuna de las figuras talladas  en madera, tierra del maestro Manuel Jiménez, precursor de las artesanías, hoy conocidas mundialmente como alebrijes.

En esta pequeña localidad de al menos 5 mil habitantes, los hijos y nietos de uno de los artesanos más reconocidos en Oaxaca habilitaron el primer museo que rinde homenaje a las figuras talladas en madera. A comparación con otros municipios donde también se elaboran estas artesanías, los paisanos del maestro Manuel Jiménez reconocen la herencia que les dejó y no dudan en asegurar que él fue el primer artesano que elaboró figuras con madera.

La historia

Manuel Jiménez nació en 1919, sus padres se asentaron en esta localidad para trabajar en una hacienda productora de aguardiente, panela y azúcar, una pequeña empresa que ocupaba a los pocos habitantes del pueblo.

Los dueños eran españoles y ocupaban a los campesinos para cortar caña, entre otras actividades propias del campo y algunos se dedicaban a empaquetar los productos que se comercializaban en el valle de Oaxaca y otros estados vecinos. “Los campesinos criaban sus animales de corral como chivitos, toritos y borregos, mi abuelo, el padre de mi papá no le daba tiempo de darles de comer a sus animales por salir tarde de trabajar en la hacienda”. Isaías Jiménez, el hijo menor del maestro, señala que debido a esta situación a sus escasos 8 años de edad, su padre Manuel se tuvo que hacer cargo de los animales.

“Al otro día lo encaminó al pie de Monte Albán y le dijo que regresara a casa antes de que se ocultara el sol, se pasaba todo el día en el campo y empezó a jugar, empezó a hacer sus juguetes de barro, en ese primer día”.

“Empezó a amasar la tierra porque el suelo estaba lodoso, con eso hizo sus primeros juguetes observando sus animales vivos y se basó en sus movimientos de cómo sus chivos bebían agua y se rascaban”.

“A los días siguientes regresó a este lugar para seguir pastoreando sus chivitos, fue a ver sus juguetes y los encontró desechos porque había llovido, lo sintió mucho y se preguntó qué otro material podría utilizar para hacer sus juguetes y se le ocurrió cortar ramas y troncos de madera para empezar a tallarlos, quería que le duraran mucho esos juguetes porque no tenía dinero para comprarse otros, su papá nunca le había comprado un juguete”.

De acuerdo con Isaías, desde entonces Dios le dio a su padre ese don de hacer figuras, “ahí fue donde él tuvo ese amor en hacerlo, con el paso del tiempo fue haciendo más durante sus pastoreos”.

En la recopilación de su historia, sus hijos refieren que el maestro creó sus primeras figuras en 1927, posteriormente, al igual que su padre se dedicó a trabajar en la hacienda; a los 17 años los hacendados lo recomendaron para que se fuera a buscar un empleo en las ruinas de Monte Albán, donde el investigador Alfonso Caso realizaba las primeras exploraciones. Al ser contratado en las ruinas, su primer empleo fue como vigilante en la tumba 7. “Ahí vio que empezaron a subir grupos de norteamericanos y empezó a llevarse sus tallas de madera que tenía en su casa para ver si los visitantes le compraban o simplemente las admiraban”.

Después de tres años, decidió dejar Monte Albán y junto con su esposa Bibiana Hernández Aguilar tomó sus tallas de madera y caminó por las veredas de la zona arqueológica hasta llegar a la ciudad de Oaxaca.

“Entre los años 50 se fue a la ciudad pensando encontrar alguna tienda de artesanías pero en aquel entonces no había, tocó puertas para ofrecer sus trabajos en casas particulares, como no vendía no tenía dinero para comprar comida y lo único que hacía era tomar agua de las fuentes que había en las calles del Centro Histórico”.

Isaías refiere que por fin, en algún momento las puertas se abrieron para que el mundo conociera los alebrijes, “ahora estas figuras que él empezó han levantado Oaxaca, hoy en día florece Oaxaca por sus tiendas de artesanías, él es un árbol muy grande que nos da esa sombra y sus frutos”.

Andrés Carrera Pineda

Reportero del periódico El Imparcial de Oaxaca, especialista en la cobertura en temas de migración, política y conflictos sociales. Pasante de la Licenciatura de Periodismo por la Escuela de Periodismo Carlos Septién García. Ha sido colaborador de la agencia de noticias de la Asociación Mexicana de Editores de Periódicos (AME)

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