Oaxaca cuenta con innumerables creaciones artesanales

Barro negro de San Bartolo Coyotepec

En los Valles Centrales, el municipio de San Bartolo Coyotepec se distingue por ser la “cuna del barro negro”. Entre diversas formas y tamaños, sus artesanías nacen de la alfarería, actividad que en el estado data de 1200 y 1500 años antes de nuestra era. En este pueblo, las piezas tienen como origen el barro extraído del paraje La Mina. Tras ser recolectado, este es tamizado, reposado y amasado para dar forma a ollas, alhajeros, flores y demás objetos que se decoran, raspan y pulen con objetos rudimentarios. A esto sigue el quemado por “reducción de oxígeno”, que otorga un tono grisáceo (casi negro).

Muerte, religiosidad, la flora y fauna del estado, así como sus culturas, se observan en estas creaciones.

Tallas de madera

Comúnmente conocidas como alebrijes, las tallas de madera se realizan en municipios como San Martín Tilcajete, San Antonio Arrazola, San Agustín de las Juntas y Oaxaca de Juárez. Las figuras, usualmente “animales fantásticos” que destacan por sus colores, tienen orígenes distintos según la comunidad a la que se refiera.
En San Martín, por ejemplo, parten de la producción de máscaras para el carnaval, así como de los juguetes de madera que hacían los llamados moneros hace varios años. Después, en las últimas décadas del siglo pasado, los artesanos comienzan a recrear a los animales de su entorno y a pintarlos con colores naturales, muy parecidos a los tonos del ánimal real. A sugerencia de los visitantes es que estos pasan a ser pintados de otros colores, como se les observa en la actualidad.

Blusas y huipiles de San Antonino Castillo Velasco

Fue en la primera mitad del siglo XX cuando empezó a realizarse este tipo de artesanías en la comunidad, a raíz de las clases de bordado y tejido que impartía una profesora a varias niñas y jóvenes.

Rosas, jazmines, gladiolas, nardos, margaritas y crisantemos son recreadas en estas prendas que representan a una tierra de flores y en donde el campo también permite la siembra y cosecha de frutas y verduras.
Para su elaboración, las artesanas han de saber deshilar, bordar, tejer con gancho metálico, hacer el “hazme si puedes” y amarrar los hilos para dar un hermoso acabado a las prendas.

Tapetes de Teotitlán del Valle

Los diseños de grecas que recrean la existencia humana (desde el nacimiento hasta la muerte), además de los hilos teñidos con tintes naturales que vienen de la grana cochinilla o de la flor de cempasúchil, son comunes en los tapetes de esta comunidad cercana a la capital.

Las costumbres, vida diaria y la Danza de la Pluma de uno de los primeros pueblos asentados en los Valles Centrales son plasmados en tapetes que pueden medir unos cuantos centímetros o superar los metros de longitud, además de retar la creatividad de los artesanos, quienes en el oficio desarrollan un trabajo familiar o de equipo.

Cuchillos de Ocotlán

Como parte de la travesía en la ruta artesanal puede observarse a hombres forjando estos cuchillos, espadas y machetes que, además, se realizan con material reciclado como muelles de automóviles o barras de amortiguadores. “Se pueden hacer de estilo mexicano, americano, árabe, de Indonesia, cualquier modelo que nos pidan”, aquí no hay imposiciones, explica el maestro Ángel Aguilar sobre sus creaciones, unas de las más reconocidas en este municipio.

Textiles de Mitla

Reflejan claridad, frescura y ligereza. Son prendas elaboradas con telar de cintura o de pedal. Hay vestidos, blusas, rebozos, cobijas, manteles multicolores que son distintivas de cada familia en este lugar celebrado por sus pirámides, que sirven de inspiración para las figuras que se tejen en las prendas.

Cestería de carrizo

A partir del carrizo, una planta silvestre que crece a orillas del río, las familias de San Juan Guelavía producen cestos, cubiertas de botellas, canastos y hasta aretes. Cada pieza es elaborada en horas o hasta varios días, dependiendo de la complejidad y adornos que se requieran. En esta población existe incluso una feria anual, donde decenas de productores se reúnen para mostrar y vender las creaciones que aprendieron a hacer en familia, como algo que se hereda entre generaciones.

Barro de Atzompa

 

Santa María Atzompa es una comunidad que se ha caracterizado por la alfarería, incluso es considerada la más antigua de Oaxaca en este quehacer que se asocia con la idea de que de la tierra venimos y a ella volveremos. La mayoría de las familias, sino es que todas, se ha dedicado a la producción de platos, cazuelas, jarros y otros objetos moldeados con el barro que se obtiene en una mina cercana, y que sigue un proceso similar al de San Bartolo Coyotepec, solo que la cocción es distinta. Ya sea en el característico barro verde o en tonos rojizos, azules, amarillos y naturales, el barro de aquí ha llegado también a la joyería, en forma de filigrana de barro. En los últimos años, la alfarería de Atzompa ha innovado en diseños, formas y acabados.

Orfebrería

Los diseños con influencia mudéjar (un estilo desarrollado en la Nueva España a partir del siglo XVI), gitano o francés, a la vez que de las culturas zapoteca y mixteca prehispánicas, se observan en la orfebrería oaxaqueña. Sus aretes, dijes, rosarios, pulseras, gargantillas, cruces, medallones y demás son reconocidos en los ámbitos nacional e internacional, y logrados a base de técnicas precolombinas y europeas con que se trabajan los metales. Incluso, representan solo una parte de lo que sobrevivió a cientos de años, y que se puede ver en las más de 100 piezas que como ofrenda fueron encontradas en 1932 en la tumba 7 de la zona arqueológica de Monte Albán.

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