Los Centuriones de Nochixtlán son los guardianes de Jesús

En la región Mixteca las tradiciones religiosas se han adaptado a los usos y costumbres de los pueblos de una manera única, tal es el caso de los Centuriones de San Francisco Jaltepetongo, guardianes de Jesucristo que se preparan en cuerpo y alma para poder acompañar al nazareno durante la Semana Santa y la Pascua.

Con su labor, los centuriones hacen de la Pasión de Cristo un acto sin igual. El ser centurión en Nochixtlán no solo es un deseo personal, es una decisión en donde toda la familia se involucra. Los voluntarios tienen un año para prepararse reforzando su fe, paz interna y su economía para invertir y hacer lo que les corresponde.

De acuerdo con la Biblia, como no pudo defender a Jesucristo, el centurión se quedó mudo y ante la muerte de Jesús decide velarlo agitando su espada en señal de enojo, acción que también realiza cuando resucita en señal de alegría y abriéndose a la gloria.

LA PREPARACIÓN

Desde el Quinto Viernes de Cuaresma los centuriones empiezan con los ensayos; salen a la calle con su caballo para que el animal se familiarice con el ruido y el camino. La gente acompaña el recorrido y cuando el centurión regresa a su casa obsequia agua, nieve, pulque, aguinaldos o fruta. El miércoles no salen a la calle porque es el día de preparativos; se alista el vestuario del centurión y de su caballo, enseguida se culminan con las confesiones para que el Jueves Santo salgan de sus casas acompañados de sus familiares y amigos al ritmo del tambor.

Al llegar a la iglesia, los centuriones se concentran en la explanada para resguardar a Cristo, acompañados de todos los mayordomos y de los actores que participan en la representación del Viacrucis. Al ser depositada la imagen en su nicho, el nazareno no deja de ser resguardado, mientras todos comparten el pan y la sal.

El Viernes Santo, los centuriones visten de negro porque es la hora en que Jesús ya está preso. Al terminar el Viacrucis, las familias de los centuriones reparten nieve o agua, luego invitan a sus hogares para disfrutar de una comida típica. Enseguida llevan sus cirios para ofrecerlos a Dios, y pasan a darle el pésame a la Virgen María

El Domingo de Resurrección los centuriones vuelven a vestir de rojo, se ponen sombreros, agitan sus lanzas y espadas en señal de alegría. Este día los centuriones realizan carreras con sus caballos y recorren las calles del pueblo visitando las casas de quienes serán los centuriones el próximo año.

Para quien se ofrece como voluntario debe solicitar un vestuario prestado a los centuriones, acompañado de su familia tiene que conseguir el caballo, a la persona que preparará los alimentos, aprender a montar de ser necesario y alistar todos los detalles. Actualmente, en esta tradición participan niños, adolescentes y mujeres que se integran a la representación de la Pasión de Cristo.

EL VESTUARIO

Los centuriones romanos usan botas o botines, medias o mallas; calzón, blusa de terciopelo color negro y rojo, la imagen de un santo plasmada con lentejuelas o chaquira. Portan un morrión con plumas de avestruz, tejana color café con plumas, lanza de madera o fierro, una bandera de terciopelo, espada, espejos, sombrero y algunos agregan un escudo de madera.

El caballo porta pechera de tela con corazones, flores de papel crepé de color rojo o negro, totomoxtle, cascabeles en las patas; llevan el pelo trenzado para poder enganchar las flores y un pedazo de tela con una imagen bordada. Durante la Semana Mayor los centuriones visten de rojo el jueves, sábado y domingo, mientras que el viernes y sábado cambian el traje a negro como señal de luto.

En la tierra del guerrero jaguar, de la gente de la lluvia, del viento y del sol, no importa el origen de las tradiciones, cada una ha sido apropiada por los pueblos y convertida en un verdadero ritual lleno de magia, color, fe, esperanzada y unidad.

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