Don Fortunato, del corazón del maguey a los hilos de nubes

Donato Hernández, mejor conocido en su comunidad como Fortunato, es un maestro artesano de la comunidad de San Pedro Cajonos, municipio enclavado en la Sierra Norte de Oaxaca, un lugar donde las nubes son acompañantes persistentes de los pobladores.

Divide su tiempo trabajando como campesino y artesano, como artesano trabaja con ixtle, una fibra vegetal obtenida del agave con la que elabora artesanías tejidas de gran calidad, y se dedica al cultivo de gusanos de seda y la elaboración de rebozos.

 

Con el ixtle elabora diversos productos jugando con su imaginación, entreteje trenzas para maceteros, huaraches de ixtle, redes, cinturones y hamacas que requieren mayor tiempo y dedicación.

Fortunato y su esposa, quien ha sido su compañera en estas actividades, han visto en el ixtle, la seda y el campo una forma de vida que les ha ayudado a salir adelante.

El ixtle se obtiene en tiempos cálidos, en los que resulta más sencillo hacer el hilado, mientras que en invierno prefieren dedicar su tiempo a otras actividades como la pisca o el cultivo de gusanos de seda para elaborar rebozos.

“En invierno resulta más fácil comprar el hilo de nailon prefabricado y dedicarse a hacer hamacas de este hilo, hay clientes que solicitan este tipo de material por ser más barato” dice don Fortunato. Afirma que hay infinidad de gustos en sus clientes, hay quienes optan por comprar fibras sintéticas las cuales ya están dominando el mercado y se pueden encontrar en cualquier lugar y en cualquier temporada, sin embargo hay personas que aprecian más el hilo elaborado artesanalmente.

Innumerables premios

Debido a su trabajo obtuvo en 1994 el segundo lugar en el Gran Premio de Arte Popular, premio otorgado por el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (Conaculta) y el Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías (Fonart).

 

Este premio se considera como el más importante a nivel nacional para el sector artesanal. Fortunato y su esposa han obtenido innumerables reconocimientos por su trabajo, incluso ya no puede enumerarlos con exactitud, pero lleva en su memoria algunas anécdotas de su participación y aún siente la satisfacción de haber presentado su trabajo y del que incluso se han hecho libros.

Su participación en dichos concursos ha fomentado la retroalimentación de sus conocimientos para elaborar artesanías. Ha aprendido nuevas técnicas que ha perfeccionado.

La mejor herencia de sus padres

El trabajo de don Fortunato fue una herencia que le dejaron sus padres, quienes le enseñaron con el ejemplo la elaboración de artesanías. Veía a su padre encender el horno, tumbar los magueyes y acarrearlos. Cuando Fortunato empezó a poder cargar y tenía vacaciones le ayudaba acomodando las pencas de los magueyes.

Recuerda también a su madre dedicarse al cultivo de los gusanos de seda. En su memoria la recuerda hilando en una jícara de madera o trabajando con su malacate. Para sacar el hilo para un rebozo tenía que limpiar la basura de la seda que dejan los animalitos para que quede solamente el capullo.

Aún conserva como un recuerdo las redes inconclusas que dejó su madre al morir, ella también participó y fue ganadora del Gran Premio de Arte Popular. Ninguno de sus hijos ha seguido su ejemplo, ellos emigraron y ninguno realiza el oficio, “pueden hacer el trabajo pero no lo elaboran, ellos quieren que deje de trabajar” dice con tristeza.

Del maguey a la hamaca

Para la obtención de la pita, que es la fibra obtenida del maguey, don Fortunato busca las mejores pencas y posteriormente las mete al agua; después de unos días selecciona las que se encuentran maduras, listas para ser machacadas. Concluida esa etapa, hay que limpiarlas, se extraen las pitas más finas, las más cercanas al cogollo, el centro del maguey, hasta sacar las pitas de menor calidad de la punta de las pencas.

Después de obtener la pita, la esposa de don Fortunato se encarga de tejer para formar las redes, hamacas o cualquier otro producto. Fortunato y su esposa cuentan con diversos instrumentos para tejer, como cajas y machetes de madera, entre otros. Cada producto requiere de distintos materiales. Cuando es necesario teñir las prendas ocupan plantas de las cuales obtienen tintes naturales.

La burocracia, un obstáculo

Es desilusionante para la familia no tener ningún apoyo del gobierno a pesar ser ganadores del Gran Premio de Arte Popular y poseer múltiples diplomas.

 

En sus participaciones en distintos foros les han prometido diversos apoyos que se han quedado en promesas. Lo que más lamenta don Fortunato es la falta de un seguro médico que cubra sus enfermedades como la que en estos momentos le impide trabajar por ser una persona mayor. “Ya no puedo sostenerme como antes, ahora necesito ayuda para caminar”, explica.

Debido a sus problemas de salud, y a la negativa de sus hijos porque ellos sigan trabajando, Fortunato y su esposa dedican su tiempo a producir en casa artesanías. Algunas veces van a las festividades de poblaciones vecinas para ofrecer sus productos, “nosotros ya estamos acostumbrados a sembrar y trabajar, no podemos estar sin hacer nada, es como una distracción para nosotros” dice con cariño mirando su trabajo.

 


Fortunato invita a las personas que deseen visitarlo y comprar sus artesanías, a que acudan a San Pedro Cajonos, en donde pueden encontrar artesanías de ixtle cuyos precios varían de acuerdo al producto y el trabajo que requiere su elaboración, hay redes desde 250 pesos hasta hamacas que pueden costar mil pesos.

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