Guelaguetza, Oaxaca frente al mundo

Guelaguetza es una palabra zapoteca que implica un alto sentido de participación y cooperación, es un don que no es obligatorio, sólo el deseo de cooperar con otros.

Es la reunión de las ocho regiones del estado en el cerro del Fortín los dos lunes últimos de julio en la fiesta dancística más colorida de todo el país. Y al igual que los inicios de la Guelaguetza datan de la conquista mexica en Oaxaca, cuando se veneraba a la diosa del maíz tierno, Xilonen, ahora la festividad es dedicada a la diosa del maíz Centéotl.

Las ocho regiones que se reúnen en la Guelaguetza son la Cañada, Costa, Istmo, Mixteca, Cuenca del Papaloapan, Sierra Sur, Sierra Norte y Valles Centrales.

Cada una de ellas presenta lo más valioso de sus tradiciones y herencia cultural a través de danzas, música, canciones y trajes típicos. Al final de cada participación se regalan al público sombreros, frutas, comida y artesanías.

Hoy son muy conocidos los bailables de la región del Valle como la Danza de la Pluma y el Jarabe del Valle; de la Sierra Juárez, los Sones Serranos y el Jarabe de la Botella. De Tuxtepec, Flor de Piña con sus más de veinte hermosas mujeres que forman un mosaico hombro con hombro en una sincronía llena de movimiento y color.

De Huautla de Jiménez los Sones Mazatecos, mientras que de Pinotepa Nacional las Chilenas, La Malagueña y El Pandero. Huajuapan de León presenta el Jarabe Mixteco, lleno de movimiento y energía. El Istmo de Tehuantepec presenta La Sandunga y La Tortuga. Ejutla, El Jarabe Chenteño y El Palomo.

 


Durante muchos años la Danza de la Pluma cerraba las presentaciones, pero de un tiempo a la fecha ya no es así. Sin embargo, sigue siendo muy vistoso, ejecutado por hombres con grandes penachos multicolores, con pequeños espejos, y en algunos casos con imágenes religiosas.

En su obra El homenaje racial y la construcción de un paradigma, el historiador Salvador Sigüenza Orozco escribió: “El homenaje estaba concebido como una demostración de la variedad ‘racial’ de Oaxaca y como una muestra de respeto mutuo entre los grupos étnicos y la ciudad. Los pueblos asistentes estarían representados por una delegación, encabezada por una señorita que sería la síntesis de ‘lo mejor’ de su estirpe”.

 

Del pasado al presente

 

La Guelaguetza se conoce como los Lunes del Cerro porque se celebra en la cumbre del cerro del Fortín, un lugar con vista espectacular a la ciudad de Oaxaca y sus alrededores.
87 años han pasado desde que un 25 de abril de 1932, Oaxaca festejaba su cuarto centenario como ciudad y se realizó por primera vez.

La Guelaguetza —palabra que en zapoteco significa compartir— nació de la necesidad de unir a la población después del terremoto de 7.8 grados que sacudió Oaxaca el 7 de enero de 1931.

 

María Elena Sandoval Martínez Soto, una adolescente de 14 años, fue la primera que representó a Centéotl, en 1938. Ataviada con un vestido de manta blanca, adornado con un calendario azteca al frente y unas mazorcas doradas en el faldón, recorrió la Rotonda de la Azucena.

En la actualidad para representar a la Diosa Centéotl las concursantes deben tener entre 18 y 22 años de edad. Entre los aspectos a calificar se toman en cuenta el conocimiento sobre la región y pueblo de origen, gastronomía y atractivos turísticos, fiestas tradicionales, música y artesanías, entre otros.

Fernando Rosales, miembro del Comité de Autenticidad de la Guelaguetza, destacó que después del sismo de 1931, las constantes réplicas llenaron a la población de miedo e incertidumbre y la gente comenzó a vender sus casas y terrenos para buscar otra entidad donde vivir.

Para frenar esta situación, representantes de la sociedad civil, de la cultura y el arte, planearon un homenaje a la cultura oaxaqueña que reforzara la identidad. En los primeros años, los bailables regionales no se realizaban únicamente por representantes de las comunidades, participaban también escuelas y grupos de danza.

Al paso del tiempo, las actividades se nutrieron y complementaron hasta formar la fiesta de los Lunes del Cerro, que se lleva a cabo en el Cerro del Fortín, un lugar que se considera sagrado.

 

Fiesta para el mundo

 

La construcción de la carretera a Puebla atrajo turismo a la entidad, por lo que se diversificaron las actividades, pero fue en la década de los 50 cuando se incorporó propiamente la Guelaguetza como un espectáculo de danzas regionales, que poco a poco se convirtió en la atracción principal.

Se realizaba en una gran explanada que rodeaban los asistentes denominada Rotonda de la Azucena, con un templete para los invitados especiales, pero las danzas y bailables se presentaban al aire libre. Posteriormente se empezaron a colocar gradas de madera.

En 1969, el gobernador Víctor Bravo Ahuja planeó la construcción de un foro para conmemorar la festividad, mismo que fue inaugurado el 3 de noviembre de 1974 a las 11:00 horas por Fernando Gómez Sandoval, quien lo sucedió en el cargo.
Su diseño semicircular, en una colina, recuerda los antiguos teatros griegos y romanos, donde se aprovechó la pendiente del terreno para disponer las graderías.

La popularidad de la fiesta fue creciendo paulatinamente, el espectáculo era disfrutado en su mayoría por familias locales que desde las primeras horas del día acudían al cerro.

La celebración duraba medio día y durante su desarrollo las familias convivían, comían, compraban y compartían en medio de un espectáculo gratuito. Paseaban por el cerro del Fortín donde también acudían a cortar azucenas.

En los primeros años, parte de la responsabilidad de coordinar la fiesta recayó en la Asociación Folklórica de Oaxaca, que apoyaba la realización de actividades culturales en la capital del estado.

 

Como parte de la evolución de la Guelaguetza, en 2005, durante el gobierno de Ulises Ruiz, se implementó una segunda función que se lleva a cabo desde entonces cada Lunes del Cerro por la tarde.

El Auditorio fue remozado durante la administración de Gabino Cué, durante la cual se cambiaron las gradas por asientos, a fin de recibir a 11 mil personas. También se reemplazaron pisos y escalones y se instaló una velaria cuya construcción inició en el sexenio anterior y que por diversas causas no se pudo colocar.

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