Los hueelus despiden el año con bailes

Como cada año en las calles de esta ciudad se observa a los huelus (viejos) bailando. Éstos son personajes que recorren las calles después de Navidad, por lo que, del 26 al 31 de diciembre, se les puede ver de casa en casa pidiendo su aguinaldo.

¿Zuyaa Hueelu Laa?, es una expresión coloquial que se usa al solicitar permiso para ejecutar el baile del “Viejo” o “Hueelu”, personaje tradicional que recorre casa por casa la ciudad de Juchitán en los últimos días del año, explica el profesor Tomás Chiñas Santiago, de la Organización Social Tona Taati’, quien reconoce que es una tradición que no muere, aunque el personaje muera con el año al ser quemado en forma de muñeco relleno de cohetitos.

Y es que, en los hogares del Istmo, específicamente de Juchitán, las familias elaboran un muñeco con ropa vieja, cartón y aserrín, representando el año que está por terminar, lo llenan de cohetitos y lo queman a la medianoche, en señal de que el año se acaba y con él todo lo malo.

 


El “Viejo” o “Hueelu” es una tradición ancestral adoptada por los juchitecos para despedir el año, son personajes que salen a las calles a bailar alegremente, visitando casa por casa a cambio de una moneda como aguinaldo, el cual es repartido entre los participantes. Inicialmente, sólo era por las noches; en la actualidad se les puede ver durante todo el día en las calles, mercados y parques.

“El baile era ejecutado exclusivamente por una pareja de hombres adultos, caracterizados de ancianos, hombre y mujer, acompañados de grupos de amigos que tocaban guitarras, jaranas, armónicas y marimbas para el baile”, recuerda Chiñas Santiago.

Señala que a partir de la segunda mitad del siglo 20, además de los adultos, los niños y jóvenes empezaron a formar sus parejas para disfrazarse de “Viejos” y llegaban a las casas a pedir permiso para bailar a cambio de unas monedas como aguinaldo.

 

LA HISTORIA

Tomás Chiñas indica que la tradición de “El Viejo” surgió como protesta de una modesta cuadrilla de cargadores del muelle del puerto de Veracruz, en 1875, para pedir aguinaldo a sus patrones, ya que no recibían los beneficios que otros trabajadores percibían y que consistían en pequeñas cantidades en efectivo o ropa vieja que los patrones desechaban.

“Según versiones de cronistas jarochos, el líder de este grupo fue detenido por el escándalo que provocaron con latas, cencerros y tapaderas metálicas. Sin embargo, la manifestación se repitió el año siguiente y ante el bullicio que provocaban lograron recibir de sus patrones algunas botellas de licor y alimentos, aumentando año con año el número de jornaleros, cubanos, jarochos y mulatos que se reunían para conseguir aguinaldos por cuenta de los patrones. Así, se volvió una tradición pedir aguinaldos en la Navidad, aunque ya sin violencia, sino de manera alegre y graciosa, cantándose algunas coplas”, comenta.

Expresa que otra versión jarocha, establece que esta tradición nace a partir de la llegada de unos almanaques japoneses a Veracruz. “Se dice que habitaba por el rumbo de la playa un aguador coreano, quien tenía un gran parecido con un personaje de uno de los calendarios mencionados y que representaba al año viejo, seguido por un niño que simbolizaba al año nuevo; de ahí que a sus vecinos se les ocurrió vestirlo como al viejo del almanaque y lo llevaron a pasear por todo el barrio. Fue tanta la aceptación del recorrido, que en la última noche del año se organizó un grupo con guitarras y güiros para recorrer el barrio cantando coplas”.

Después se volvió costumbre llevar el viejo en todo el puerto para pedir aguinaldo durante la última noche del año, “Los niños cargaban a un muñeco en una silla y cantaban al ritmo de rumba, recibiendo dinero y golosinas de los vecinos, convirtiéndose en una tradición propia del Puerto de Veracruz”.

 

EL VIEJO EN EL ISTMO

Reiteró que la tradición del “Viejo” surgió en el Puerto de Veracruz, pero es en el Istmo donde se transforma y donde se le imprime un sello singular, al incluir a la pareja con la vestimenta propia de esta bella región zapoteca.

Hoy, en Juchitán, alegremente continúa la tradición; las parejas de jóvenes, incluyendo a las de la comunidad lésbico gay, disfrazadas de “Viejos”, recorren la ciudad por las noches, de casa en casa, y durante el día, los lugares públicos, como mercados, parques, etc. Y siguen pidiendo “limosna para el pobre viejo”, bailando al son de diversos instrumentos musicales que van desde la flauta y tambor, armónicas, guitarras, tamboras, saxofones, clarinetes y trompetas, hasta los más modernos aparatos de sonido.

Sólo que la modernidad ha modificado a estos personajes; ahora también se disfrazan de “vedettes”, de “novias” o de personajes de la farándula; y ya no bailan la rumba, sino se mueven al compás de la música de moda, la rola del momento.

 

LA ACTUALIDAD

Después de muchos años esta tradición está viva y durante esta última semana del año se han podido observar a las parejas de “viejos” bailando por las calles de la ciudad, no sólo en Juchitán se vive esta tradición, prácticamente es en todos los pueblos del Istmo; sin embargo, en Juchitán por ser considerada como el centro comercial del Istmo, la gente de otros municipios llega a realizar sus compras y es más atractivo para quienes se visten de hueelus, pues hay más cooperación de los visitantes.

Néstor Pablo Villegas Esteva, quien es un joven artista de Juchitán, menciona que desde que tiene uso de razón los “Viejos” o “Hueelus”, recorren las calles de la ciudad los últimos días del año para despedirlo de manera alegre.

“Esta tradición viene de fuera, no es netamente juchiteca, pero nuestra gente la adoptó, la retomó y la hizo suya, en mi caso llevo 13 años participando, me pongo de acuerdo con amigos músicos, con diferentes compañeros que tenemos esa inquietud de alegrar a la gente, la tradición marca que nosotros vamos ofreciendo que ya llegó el “Hueelu” y la gente se acerca, nos pide una pieza, los músicos tocan, los viejos bailan y nos ofrecen una moneda”, destacó.

Pablito Villegas –como se le conoce de manera artística– fue uno de los primeros que salió a las calles después del terrible terremoto que sacudió al Istmo en el 2017, además de ayudar a las familias con despensas y otras cosas, en diciembre decidió representar a los viejos y participó en un tianguis artesanal para dar alegría a los presentes, bailando sin esperar una moneda a cambio.

“Lo hicimos de corazón, no con la idea de que nos dieran algún dinero, simplemente para darle cariño y alegría a la gente, para despedir el año como se acostumbra y demostrar que, a pesar de la desgracia, nuestras tradiciones y costumbres siguen vivas”, explicó.

Comentó que era necesario que la gente supiera que “los juchitecos somos gente fuerte, gente que nos distinguimos por ser trabajadores, que tenemos que salir adelante, y lo estamos demostrando con nuestra forma de vida, muchos somos comerciantes, artesanos, músicos, tenemos actividades netamente tradicional y estamos saliendo adelante con la ayuda de mucha gente que nos está apoyando, entonces entre nosotros como hermanos hoy vamos saliendo adelante”.

Este año, Pablito Villegas salió a las calles de Juchitán a bailar con la alegría que lo caracteriza, para demostrar que esta tradición sigue viva, por lo que junto a sus amigos músicos recorrió las calles de la ciudad con su tradicional baile y al igual que otras parejas disfruta de esta tradición, esperando que el próximo año sea mejor para todos, que se vaya todo lo malo y lleguen cosas nuevas, para que los juchitecos sigan adelante.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *