En San Felipe Jalapa de Díaz, Oaxaca, los católicos conmemoran los días 1 y 2 de noviembre, “Día de los fieles difuntos”. Todo inicia una semana antes, las amas de casa preparan totopos, aves de corral, frutas de la temporada y la cera de abeja para preparar sus propias velas.
Señala el cronista mazateco, Carlos Santiago Mejía, que este festejo también tiene que ver con el santo San Lucas, ya que en esa fecha se corta el plátano y es previo al día de muertos, también la yuca (camote) se cosecha para hacer tamales con carne de aves o cochino, y el árbol de árnica, para hacer el altar.
Es muy arraigado el compadrazgo, por lo que las comadres vestidas con su ropa típica de este lugar, visitan a sus compadres para ver que les falta para su altar y hacen intercambios, los días 1 y 2 de noviembre el símbolo luctuoso es el altar, de ahí la importancia de hacerlo.
Generalmente se arman con una mesa de madera, se le hace un arco de madera de árnica, colocándose de manera horizontal y vertical, y se adornan con variedades de flores especiales como el cempasúchitl (naxú kohj), variedades de hojas pintas (xka ntu), y frutas como naranjas, plátanos, calabazas, y otras más de la región, todo esto se ata en la madera colocada en la parte de arriba; son distribuidos los totopos en mazos, la mesa es el sostén del altar, en ella se distribuyen los diferentes alimentos preparados, especialmente lo que le gustaba al difunto en vida, así como sus bebidas preferidas.
Se encienden veladoras de vaso que se colocan junto a las imágenes religiosas y las velas de cera de miel que los familiares fabricaron, se colocan en el suelo al frente del altar, regularmente el altar está listo el día primero y se mantiene hasta el día 3 de noviembre.
El panteón municipal es limpiado por las autoridades municipales y por los propios pobladores previamente, y el día primero de noviembre a partir de las 3 de la tarde empiezan a llegar a visitar a sus familiares de manera muy respetuosa y religiosa, el día 2 van al panteón desde las 7 de la mañana, los religiosos o el sacerdote repican las campanas de la iglesia, y esa es la señal para asistir al panteón; los concurrentes llevan sus velas o veladoras, que son encendidas en el sitio donde le corresponde a cada doliente, quienes permanecen por espacio de media hora o una hora aproximadamente, rezando o hablando en silencio con sus difuntitos, durante esta permanencia los rezanderos de la población realizan los responsos (nántiaa), preferentemente a quienes solicitan sus servicios.
Cabe mencionar que el día primero prenden sus velas o veladoras y esperan a que se consuma la mitad, al otro día vuelven a prender esa vela o veladora hasta que se consuma totalmente.
Al sacerdote de la población le corresponde hacer una misa en el panteón el día primero por la tarde y el día 2 por la mañana.
En los hogares el día 3 de noviembre se recogen los altares y con esto terminan estos festejos.