Celebran a Tonantzin Guadalupe en El Castillo

Como cada año, la agencia El Castillo celebra su fiesta anual en honor a la Virgen de Guadalupe, una imagen a la que todos en este pequeño pueblo de apenas 300 habitantes rinden culto en medio la pobreza y el olvido.

A pesar de encontrarse a 5 kilómetros de distancia de la ciudad, en el rancho no todos cuentan con los servicios básicos que requiere un ser humano para vivir dignamente, sólo basta con transitar por la carretera llena de baches que lleva a la comunidad para notar el abandono y el alto grado de marginación.

 

 

Manuel González González, habitante de El Castillo desde hace 64 años, comentó que desde que tiene memoria, cada 12 de febrero celebran a la Santísima Madre, la Virgen de Guadalupe o la Guadalupita, como le llaman los fieles de la localidad.

“Desde hace más de 50 años se acostumbra a mandar mandas a la virgen, antes de existir el templo los de Castillo iban al municipio de Zapotitlán Palmas, que se encuentra al otro lado del cerro. Allá ya celebraban a la morenita, también los de Zapotitlán venían al pueblo a dejar música para apoyar al rancho”, contó.

Manuel dice que esta tradición de intercambio todavía sigue vigente, aunque los ancianos que participaron desde el inicio ya están muriendo. Ahora la fiesta de Rancho Castillo ha ido creciendo con la asistencia de los habitantes que habitan la Microregión Cañada de los 7 Ranchos; La Junta, Castillo, Dolores, Jesús, Rincón, Yuxichi, Tabaco y Llano Grande.

 

 

Dijo que en la víspera del día 12 la agencia recibe más de 3 mil personas de las diferentes comunidades y hasta de otros estados de la República, quienes engrandecen esta joven tradición, a comparación con las fiestas de los pueblos más viejos de la Mixteca Baja que tienen más de 500 años de historia.

“Desde que nací ya se celebraba la fiesta, antes traían a la maroma de Tataltepec y a los moros, pero poco a poco se fue perdiendo, aun así, seguimos conservando nuestra identidad”.

 

 

Indicó que los mayordomos que coordinan la fiesta ya no son elegidos, ahora son voluntarios que forman un comité, mientras que para el inicio del novenario siempre hay una familia que dona la flor para adornar el templo, como este año lo hizo el señor Néstor Guerrero y familia.

Además de los torneos de toros, la banda, matachines, los caballos, escaramuzas, juegos artificiales, la antorcha que sube al Cerro del Sombrerito, otro de los elementos que dan vida a esta celebración es el recibimiento de la hermandad de Huajuapan, que desde hace 40 años arriba a El Castillo para dejar su manda.

LA CABALGATA

La fiesta en Rancho Castillo inicia con una cabalgata que sale del paraje Palo Blanco, en la agencia La Junta, luego recorre la carretera a Tehuacán y sube por la desviación a la Cañada de los 7 Ranchos.

Luego de pasar por la iglesia donde todos bailan al ritmo de la banda de viento, este año la calenda llegó a la casa de la familia del señor Mario Aguirre, los donadores de los arreglos florales.

“Algo muy importante para la mayordomía es que este año honramos la memoria de la señora Ernestina Herrera, esposa de mi primo Ismael Ramos, quien falleció hace 8 meses. Ella fue mayordoma junto a su esposo, siempre se entregó al pueblo y a la virgen”.

 

“Es triste, pero es bonito, recordamos a Ernestina, madre de mis sobrinos, ahora la virgen la mandó a traer, pero seguimos con ella, unidos como comunidad”, recordó.

Manuel González reconoció la participación de los habitantes y el interés en recuperar las tradiciones que se estaban perdiendo por culpa de la globalización. “No dejemos perder lo que nos identifica, lo que nos une como pueblos mixtecos, sigamos dando vida a nuestra cultura”, subrayó.

Pedro Ramírez Cantú, habitante de La Junta con 50 años de edad, es quien se encarga de organizar las cabalgatas para la fiesta de rancho Castillo, este año participó con su flota a lado de las escaramuzas Joyas de la Mixteca.

“Cada año los mayordomos se unen a nosotros, es una bonita tradición con un ambiente sano el convivir con los animales para engrandecer la fiesta. Participamos por la fe que le tenemos a la Guadalupita y a todos los santitos, vamos a la cofradía, allá te cuento más”.

CUMPLIENDO PROMESAS

A las 12:00 horas, sonó el repique de las campanas que anunciaba la llegada de la cabalgata al pueblo.

En la casa de don Mario todos se refrescaban mientras disfrutaban de la ejecución del Jarabe Mixteco, luego llegó la hora de salir al templo para dejar la flor a la virgen.

Antes de entrar al atrio todos bailaron con las flores para anunciar el inició de la fiesta de la Morenita del Tepeyac, después todos ingresaron al templo para dar gracias por un año más de vida y de promesas cumplidas.

 

 

“Es momento de inculcar valores a los niños, el amor y la fe a Dios y la Virgen de Guadalupe. Es un legado que debemos dejar en sus corazones para que sean gente de bien. Cada año venimos a cantarle a la morenita, es una promesa que le hacemos para que nos ayude a volver”, dijo doña María.

Enseguida del Salve y el canto tradicional de La Guadalupana, todos son invitados a pasar a la cofradía. Desde la noche anterior los encargados trabajan para que la comida esté lista para todos y lo mejor, todo es gratis.

 

Chileajo, mole de fiesta y mole de puerco, con sus frijolitos y su tortilla echada, son las riquezas gastronómicas que ofrece El Castillo para enamorar los paladares de propios y turistas.

A pesar de ser platillos típicos de la región Mixteca, en cada comunidad se usan especies diferentes de acuerdo al ecosistema.

Algunas plantas que las señoras de antaño usan para condimentar sus moles es la pepicha, epazote, huaje, chile chilpaya, jitomate criollo, entre otras.

 

 

Antes de partir un anciano se me acercó, don José Herrera, 90 años de edad y 80 años sirviendo a la comunidad.

“Yo estuve trabajando en la construcción del primer camposanto del pueblo, no había carros, agarraba dos burritas y así cargaba mis materiales, para el agua era lo mismo, pura vuelta y vuelta, siempre ayudé sin ganar un centavo y lo sigo haciendo”, expresó.

Ahora lo único que don José desea es que la autoridad le ayude para que en su casa tenga agua potable para poder vivir bien, para alimentarse y seguir yendo a las fiestas de la virgen.

TONANTZIN GUADALUPE

De acuerdo al maestro investigador de El Colegio Mexiquense, Xavier Noguez, antes de la conquista española, en Tepeaquilla o en el Cerro del Tepeyac, donde hoy se encuentra el santuario de la Santísima Virgen de Guadalupe, ya se rendía culto a Tonantzin, la “Madre de los dioses” o “Nuestra madre”.

 

En la obra El culto prehispánico en el Tepeyac, el investigador menciona la información procedente de una cartela escrita en Náhuatl y español acompañada de una enorme pintura realizada en 1653, así como un documento llamado Códice de Teotenantzin, donde se describen esculturas que existieron sobre una pared rocosa en el Cerro del Tepeyac.

 

Entre 1519 y 1520, el escritor novohispano Jacinto de la Serna, en su manual de ministros de indios, menciona que en el Cerro del Tepeyac antes había un ídolo al que llamaban Ilamatecuhtli “La jefa anciana” o Cuzcamiauh “Espiga de maíz o Maíz en flor-collar”, o por diversos nombres, siendo Tonan “Nuestra Madre”, el más ordinario.

Tonan era celebrada en el mes llamado Tititl, diez y siete de un calendario y diez y seis de otro, del 19 de diciembre al 7 de enero, aunque también se mencionan otros periodos como del 30 al 18 de enero.

Actualmente en el Museo Guadalupano, ubicado en la antigua basílica de Guadalupe se encuentra una pintura de la traslación de la imagen guadalupana de 1653, donde se registró el término Tlatzoichpochtli, “la Preciosa doncella”.

 

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