¿Y tú, nieve de qué quieres?

Entre el beso de Ángel, de Cenicienta o el sabor mezcal, la nieve se posiciona como uno de los postres predilectos de los oaxaqueños además de encantar a todo aquel que las prueba.

Las nieves oaxaqueñas son una de las delicias más populares de la gastronomía local, su consistencia, sabor y forma de realización son atrayentes fantásticos, que además de un sabor inigualable refrescan en la época de calor.

Tlacolula de Matamoros, conocida por su estupendo mezcal, pan tradicional y barbacoa, también es cuna de familias que por años se han encargado de evolucionar el sabor de la nieve, no sólo a nivel estatal, sino nacional y hasta internacional.

Hacer nieves, toda una tradición familiar

La familia Ramírez Flores es una de las máximas representantes en el arte de la elaboración y venta de la nieve, con una historia de más de 50 años en el negocio.

El impulsor fue don Vicente Ramírez, patriarca de la familia, quien innovó en sabores desde sus inicios.

Con más de 60 sabores desde los más tradicionales como leche quemada, tuna, limón o las diferentes creaciones como sambors, pétalo de rosa, cajeta o beso de cenicienta.

“Mis hijos son los que han innovado en sabores, ya que andan en las exposiciones como en Chihuahua, Monterrey, Oaxaca y en diversos lugares a donde nos inviten”, comenta Doña Mercedes.

Su esmero se vio recompensado con el Premio a la mejor Nieve por el Tecnológico de Monterrey en 1995 por la creación de la nieve de mezcal, “fuimos los primeros en hacer la nieve de mezcal, cuando comenzamos la venta, la gente tenía que hacer cola para poder probarla”.

El secreto está en el sabor

El secreto para la elaboración de este postre oaxaqueño se encuentra en el sabor artesanal, como la nieve de limón donde el zumo se obtiene raspándolo en un molcajete o la leche quemada obtenida en ollas de barro y su toque de canela.

La nieve presente, en las ceremonias tradicionales

Socialmente, la nieve tiene un importante papel en las tradiciones de Tlacolula, “aquí se acostumbra tomar nieve en los compromisos, quince años, bautizos, principalmente se toma la nieve de leche quemada con tuna, la cual llaman nieve de confirmación, ya que todo padrino lleva su nieve a la fiesta para repartir a los invitados”, comenta Aracely.

Los colores de la nieve de tuna con leche quemada, significan la vestimenta de la mujer tlacolulense; el color rojo de la tuna es la manta colorada y la leche quemada, la blusa de rana.

La nieve se hace presente en los compromisos nupciales, al respecto la familia Ramírez, comenta, “en la entrada de yerno, después de la pedida, la familia del novio lleva sus canastas de pan, fruta y por supuesto su nieve; también, después de la boda, la novia es llevada por la familia del novio a tomarse una nieve, es una tradición muy bonita porque cargan su chiquihuite, una especie de canasto en el que llevan pan, frutas, y se vienen a las neverías para platicar de cómo estuvo la boda y también les dan consejos a la novia de cómo llevar se matrimonio”.

El postre predilecto

A pesar de la gran cantidad de postres, helados y un sinfín de alimentos industriales, la familia Ramírez, menciona que no le teme a la competencia, ya que lo mágico de su producto es el sabor, con lo que conservan a una gran clientela que los prefiere por su proceso artesanal.

La delicia de este postre no sólo se encuentra en el sabor, sino en la importancia cultural y social que tiene para algunos pueblos de Oaxaca, como Tlacolula de Matamoros, donde la nieve se encuentra presente en diversas celebraciones.

 

 

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