Doña Adelina Cruz fundadora del Mercado 20 de Noviembre

Han pasado 63 años de la construcción del Mercado 20 de Noviembre. Fue en 1956 cuando decidieron abrir las puertas de este lugar, después de haber funcionado como tianguis en las principales calles del Centro Histórico de la capital oaxaqueña.

Carbón, cebolla, chiles, flores, madera y demás productos se vendían sobre las calles, debajo de largos manteados que cubrían del sol y que rodeaban el Mercado Benito Juárez, que en aquellos años era el único que existía en Oaxaca. El crecimiento de la población y el comercio dieron pie a la construcción de un segundo mercado para poder introducir a los comerciantes y que pudieran liberar las calles.

UNA DE LAS FUNDADORAS

Doña Adelina Cruz Quiroz es una de las fundadoras de dicho mercado, con 84 años de edad se conserva en el puesto que atiende una de sus nueras. En entrevista para EL IMPARCIAL de Oaxaca, narra cómo ha sido su vida entre la comida, la clientela y su familia.

Doña Ade —como es conocida entre los pasillos del mercado— llegó a la ciudad de Oaxaca a la edad de 10 años, proveniente de San Pedro Tidaá en la Mixteca. Sus padres la trajeron en busca de mejorar las condiciones económicas. Estudió en la primaria Basilio Rojas en las tardes, ya que durante las mañanas ayudaba en el trabajo de su mamá. Los problemas económicos orillaron a la familia a sacarla de la escuela a pesar de que ella quería prepararse académicamente.

“Me enfadé de no hacer nada, por eso empecé a buscar qué hacer, mis padres no querían que yo trabajara porque estaba chamaca, pero me encapriché y busqué mi trabajo, me gustó estar en la cocina”.

En el negocio donde empezó a laborar le sirvió para aprender los secretos de la comida tradicional, así de manera repentina comenzó a cocinar y preparar cada platillo. Su patrona en aquella época, así como los clientes que llegaban al local la motivaron a crear su propio negocio, es así como decidió poner un anafre en un carrito, pan, agua, leche y chocolate en unas ollas de barro, esto le bastó para comenzar a vender en las calles del mercado, a cinco centavos daba cada taza de chocolate, recuerda.

“Las personas me dijeron que me esmerara en tener mi negocio propio y lo conseguí, caminaba en mi carrito vendiendo chocolate con pan hasta que logré conseguir mi puesto”.

CONOCE AL QUE SERÍA SU ESPOSO

Diario hacía el mismo recorrido por toda la calle de 20 de Noviembre vendiendo chocolate con pan, y el chocolate en las ollas que preparaba, en una ocasión cuando se encontraba vendiendo llegó un cliente al que le bastó probar los platillos de Doña Ade para quedar enamorado, y es que como dice un dicho popular mexicano “al hombre se le conquista por el estómago”, con Don Álvaro tuvo nueve hijos.

“Un día Don Álvaro iba a comer al negocio donde trabajaba, ahí fue donde me conquistó así como antes que se respetaba, fue hablar con mi mamá y mi papá y les dijo que se iba a casar conmigo, después de eso y de los hijos que tuvimos él se metió al negocio conmigo”, dijo Doña Ade.
Después de varios intentos logró instalar su pequeño negocio, en el cual la gente la llegaba a buscar. Su esposo ponía el carbón y lavaba los trastos, mientras ella cocinaba y despachaba. Llegó el año de 1956 y empezaron a repartir los puestos del que sería el nuevo mercado, las cocineras más antiguas fueron las primeras en recibir sus espacios, dejando a las demás fuera.

Mujer aguerrida y con ganas de superarse buscó la manera de obtener un espacio dentro del mercado, y es así como don Emiliano Bolaños, regidor de aquellos años y abarrotero del mercado la apoyó dándole un espacio en un rincón, pegado a una de las paredes del mercado colocó sus productos y utensilios, hasta el año 2008 que una operación en la rodilla la llevó a traspasar su comedor.

EL PUESTO 109

“Aquí dejé toda mi vida y hace 11 años traspasé mi negocio por un problema en mi rodilla, sentí mucho haber dejado mi negocio, pues fue del mercado donde me esmeré para sacar a mis hijos adelante y todos salieron profesionistas”.

En el puesto marcado con el número 109 dejó su vida, ahí comieron y crecieron sus hijos y sus nietos, con el paso de los años después de haber abandonado el negocio, uno de sus hijos compró un puesto al que le puso su nombre “Comedor Doña Ade” en honor y agradecimiento a quien les dio la vida y los crió. Actualmente, el puesto es atendido por una de sus nueras, quien le aprendió el sazón y siguen vendiendo comida con el sazón tradicional que caracterizó por más de 62 años a doña Adelina.

“Mi hijos crecieron en el mercado y uno de ellos volvió a comprar un puesto, tuve una hija pero no le gustó estar en la cocina y fue la esposa de mi hijo Álvaro, mi nuera Norma la que me ayudó muchos años y ella atiende ahora el negocio”.

SE RETIRA

El paso de los años le impidió a doña Adelina seguir en la cocina, las manos temblorosas y la dificultad para caminar le impidieron continuar entre las cacerolas, el fuego, las especias y el aceite porque ahora sólo está en el mercado dirigiendo cómo se debe atender, el sazón tradicional aún se conserva en manos de su predecesora, su nuera.

“En mi casa no me hallo bien, por eso es que diario vengo al mercado, ahorita nada más me queda un puesto de jugos, ese puesto no lo vendo porque es un recuerdo que me queda, de que duré muchos años en el Mercado 20 de Noviembre”.

Un puesto pequeño que renta para que vendan jugos y el comedor de su hijo es el único lugar donde puede llegar a sentarse y recordar con gran orgullo lo que vivió en el mercado. Diario se le ve pasar entre los pasillos saludando a cada comerciante a quienes vio crecer; pues asegura que todas sus compañeras han sacado adelante a sus familias gracias al comercio gastronómico.

“Yo recuerdo y aprecio mucho a mis compañeras locatarias, que todas ya se me adelantaron yo soy la única fundadora que queda viva en el mercado”, finalizó Doña Ade.

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